La increĆ­ble y estupenda historia de la digital Gabriela y sus 300 en Flywheel

Tango canciĆ³n - Novela epistolar II

Cuando yo empecƩ mi segunda carrera, ya Senior, me equivoquƩ en casi todo, menos en lo de mis 300 y el Flywheel.

De todos modos, tĆŗ sigue leyendo, porque al final verĆ”s que saber reconducir los malos comienzos, a veces abre las puertas y ventanas a una luz interesante.

VerƔs.

Mi gran decisiĆ³n fue que mi segunda carrera tendrĆ­a una parte fundamental en el mundo online, en lo digital. Eso fue un acierto

En (casi) todo lo demƔs, me equivoquƩ.

La novela de Garcƭa MƔrquez llamada La increƭble y triste historia de la cƔndida ErƩndira y su abuela desalmada se queda pequeƱa al lado de lo que voy a contarte.

VerƔs.

FĆ­jate como fue

Yo me acerquƩ al mundo del emprendimiento digital intentando aprender y descubrir quƩ podƭa yo aportar con mis dƩcadas de experiencia.

Al principio todo fue muy raro

Yo, que habƭa hecho una carrera ascendente en la que despuƩs de muchos aƱos un dƭa me pusieron CEO en la tarjeta, vi un mundo sembrado de CEOs de todo tipo, tamaƱo y forma

Gerente de quiosco y CEO de mis labores, CEO de mi blog, CEO de hacer SEO porque ezo lo sƩ y lo otro no lo cƩ.

La cabeza me ardĆ­a. ĀæCĆ³mo se habĆ­an multiplicado asĆ­ los Chief Executive Officers, en un paĆ­s donde el tejido empresarial estaba formado por miles de millones de millones de cientos de miles de microminiempresas sin tamaƱo para sobrevivir ni competir?

Era un misterio y decidĆ­ que no iba a resolverlo. Eso era de cobardes: yo iba a cambiarlo.

Ā”Hereje de mĆ­! Pretenciosa seƱora entrada en kilos.

PequeƱa mujer llena de errores proveniente de la Ć©poca en que los telĆ©fonos se llamaban gĆ³ndola y tenĆ­an un disco

Voy a ahorrarte el calvario y te darƩ el resumen: no habƭa nada que cambiar.

Los CEOs de sus quioscos no sĆ³lo estaban muy felices, sino que ademĆ”s vendĆ­an un montonazo y comĆ­an perdices.

El seƱor que explicaba, previo pago de su importe, a cientos de inocentes, que el IVA era un gasto, ganaba un dineral y ademƔs fardaba de ello.

En mis pesadillas de las siestas me imaginaba cĆ³mo iba el hombrecillo aquĆ©l iba a reducir el IVA para controlar los gastos de su empresa, pero pronto lo di por perdido.

El error era mĆ­o. De hecho, Ć©l facturaba y yo no.

Mi gozo en un pozo.

Al dejar de lado mi interƩs por mejorar el sector del marketing digital, segmento copywriters y diseƱadores web, tuve la fortuna de decidir que mi manera de conectar con mi audiencia serƭa a travƩs del email marketing.

No tiene en esto demasiado mĆ©rito el GurĆŗ Pojones33 del marketing de correo diario, mi calvo amigo Isra Bravo. Tienen el mĆ©rito mis casi diez aƱos como directora de MĆ”rketing en los aƱos en que se hacĆ­an mailings con folletos de papel y con cartas con sellos. Bravo tiene en mi segunda carrera otros mĆ©ritos, pero no ese.

El email marketing y mi Lista de Correos fue uno de mis grandes Ʃxitos. Tanto fue asƭ que en un tiempo rƩcord, tuve una lista de 282 personas, que leƭan, muy interesados, mis correos diarios. Puntuales, y bien servidos.

Esto facilitaba mi camino hacia mi objetivo de los 300 en Flywheel

CĆ³mo no, y porque yo soy de ventas, en cada correo iba un enlace de venta, porque lo que sĆ­ supe pronto es que yo habĆ­a llegado a este mundo en mi segunda carrera para tener un oficio, no un hobby. Y eso pasa, en la gente decente, por vender todo lo que se pueda, a todo el que muestre alguna voluntad de comprar.

ĀæCuĆ”l fue mi desgracia? Tener un Ć©xito fulgurante con una colecciĆ³n de productos que incluyeron, muy rĆ”pidamente, 2 cursos en papel, una Masterclass en papel, y la primera (sĆ­, la primera de verdad, y el calvo lo sabe porque nos reĆ­mos juntos de eso) la primera membresĆ­a de audios de entrega semanal del paĆ­s planetario.

El calvo tuvo la primera que tuvo Ć©xito: yo sĆ³lo tuve la primera.

ĀæQuĆ© pasĆ³? Lo normal, que se vendiĆ³ lo mucho necesario para impedir cortar el experimento de raĆ­z, y lo poco necesario para que el experimento no fuera rentable.

Yo apuntaba todo a la lista de aprendizaje, que crecĆ­a a toda pastilla.

ĀæQuĆ© enseƱaba yo en esa novedosa MembresĆ­a revolucionaria? Pues lo que yo decidĆ­ en mi cerebro frito de profesional de la Alta DirecciĆ³n, que era lo que la gente necesitaba: cosas de negocios.

Quienes se inscribieron aprendieron lo mĆ”s maravilloso sobre gestiĆ³n y direcciĆ³n de empresas que se puede aprender en la historia del mundo mundial. Pero nunca fueron demasiados. Especialmente, nunca fueron suficientes como para justificar el esfuerzo.

Un aƱo y 54 clases brillantes despuƩs, cerrƩ el invento.

MirƩ alrededor y me dije:

ĀæQuĆ© demonios haces tĆŗ rodeada de CEOs de quioscos y de una extraordinaria minorĆ­a escogidĆ­sima de fans que son capaces de comprarte hasta las instrucciones para hacer un anĆ”lisis de la invasiĆ³n de Ucrania?

Porque eso sĆ­ puedes firmarlo: mis clientes eran pocos, pero se fajaban todos por estar conmigo.

ĀæSacaba un audio? Lo compraban

ĀæSacaba un eBook? TambiĆ©n ĀæUna colecciĆ³n de correos? TambiĆ©n ĀæUn curso que explicaba como subir escaleras saltando a la pata coja? No lo sĆ©, porque nunca lo saquĆ©, pero estoy segura de que mis fans lo hubieran comprado tambiĆ©n.

Porque habƭa conseguido conectar con ellos. Yo sabƭa lo que ellos pensaban y ellos entendƭan lo que yo podƭa enseƱarles, de lo que jamƔs habƭan pensado en aprender.

De modo que en ese instante de esta novela epistolar, estoy tomando, unas Navidades entre cava y RoscĆ³n, la decisiĆ³n de cambiar de nicho y volver al mundo de la empresa de gran tamaƱo. De donde, me dije, jamĆ”s debĆ­a de haber salido.

AllĆ” fui: armada con todo mi conocimiento y me fascinaciĆ³n por las empresas familiares decidĆ­, una vez mĆ”s, no quĆ© podĆ­an hacer ellos por mĆ­, sino quĆ© podĆ­a yo hacer por ellos. Puro Kennedy ( JFK, no Dan)

Y, cĆ³mo no, yo podĆ­a poner a disposiciĆ³n todos mis conocimientos sobre finanzas, direcciĆ³n, sistemas, procedimientos, y todo lo que cualquier empresa con decenas o cientos de millones de facturaciĆ³n pudieran necesitar.

Por fin, ya no habĆ­a CEOs de quioscos. Ahora yo competĆ­a directamente con Deloitte y KPMG.

Has leĆ­do bien.

Lo que en paĆ­ses como Estados Unidos, Francia o Alemania es un mercado para muy prĆ³speros profesionales del asesoramiento y el consejo tĆ©cnico, en EspaƱa es un mercado ocupado por las Big Four que, a falta de tejido empresarial desarrollado, le venden de todo al Estado y a quien quiera comprarles algo.

Otra vez, mi gozo en un pozo.

La mejor decisiĆ³n que pude tomar en ese momento fue escribir y publicar mi libro Manual de Instrucciones de la Empresa familiar. La peor, fue dejar de escribir un correo diario a una lista que ya era de mĆ”s de mil y pico de personas interesadas en lo que yo contaba y vendĆ­a.

Stuck in the middle, dicen los franceses.

Los nuevos no sabĆ­an ni que yo existĆ­a y los antiguos me llamaban aĆŗn para que les diera mentorĆ­a para sus despachos profesionales de 3 empleados.

AsĆ­ pasaron los meses. Mi libro fue un Ć©xito tremendo del que sĆ³lo se enteraron mis propios lectores, que todos aplaudieron y albriciaron por el inmenso valor que habĆ­an encontrado (las felicitaciones eran tan apabullantes que parecĆ­an hechas de encargo)

Hasta que volvieron a llegar las Navidades y mi cabeza se dio cuenta de que habƭa transcurrido un aƱo completo del ciclo solar en mi vida y la de los humanos de la tierra.

Y entonces, justo cuando al calor del Ć©xito de mi libro en el mundo de la empresa familiar empezaban a saber de mi existencia, se despertaron los fantasmas de mi pasado de clientes emprendedores y alguien rescatĆ³ mis cursos en papel y los relanzĆ³ a un Ć©xito fulgurante.

La cabeza volvĆ­a a arderme.

ĀæPor quĆ© los dioses del mercado me retaban con semejantes desatinos?

ĀæCĆ³mo era mi destino tan cruel para darme tantos retos y tan pocos rĆ©ditos?

Y una noche en que el tĆ© con jengibre me hubiera ardido entre las manos, si esto de verdad fuera una novela epistolar, pero lo que tenĆ­a yo entre las manos era una copa de cava en un diciembre donde la playa mediterrĆ”nea de mi ventana estaba llena de baƱistas, ā€¦ vi la luz.

La gente no tenĆ­a el mĆ”s mĆ­nimo interĆ©s en que yo les contara lo que sabĆ­a de negocios. TenĆ­a interĆ©s en que yo les contara cĆ³mo habĆ­a hecho YO todo eso.

No tenƭan interƩs en mis conocimientos, que sƭ, sino bƔsicamente, querƭan recibir mi experiencia.

No querƭan de mƭ lo tƩcnico del negocio, querƭan lo que yo llevaba aprendido, integrado, hecho carne y espƭritu de mi capacidad de desarrollo personal y profesional.

Desde aquella adolescente burguesa que pedĆ­a limosna para alejarse del hogar paterno hasta la brillante directiva que tenĆ­a casa en Wiesbaden y volaba cada viernes a su fin de semana en Marbella, hasta que la crisis del 2008 se cargĆ³ la mitad del sueƱo como un elefante se carga un espejo de mano.

Eso querĆ­an mis fans.

Eso apreciaban quienes mi miraban de lejos, con tanta admiraciĆ³n como ganas de pedirme que les explicara cĆ³mo se hace para tener esa resistencia.

Esa resiliencia, esa capacidad de ser asertivo, esa humanidad para levantar la cabeza del pozo.

Ese espƭritu indomable de Ave FƩnix, esa inmortalidad de Harry Potter, esa tenacidad para rehacer mi vida 70 veces 7, como dijo su SeƱor Jesucristo que habƭa que poder perdonar antes de juzgar.

Eso querĆ­an mis fans.

Los emprendedores digitales, los ejecutivos analĆ³gicos, los profesionales en lanzamiento, los expertos ya lanzados.

Eso quieren aprender de mĆ­ los empresarios, los estudiantes, los aprendientes.

Todos me dicen que menos samba y mƔs travalhar. Que mƔs Desarrollo Personal y Habilidades Blandas y menos anƔlisis de balance. Que mƔs Mentalidad y menos economƭa.

Que quieren que yo les ayude a entender el mundo a travĆ©s de los pliegues del alma y de la condiciĆ³n humana. Porque eso es lo que no cambia desde NerĆ³n.

Porque eso les permitirƔ crecer y hacerse dueƱos de su propia vida.

Como yo crecƭ, hace dƩcadas y me hice dueƱa de la mƭa.

La moraleja de la historia es sencilla y muy rica.

Tanto los mĆ”s jĆ³venes profesioanles y emprendedores como los empresarios, y accionistas de empresas familiares en segunda, tercera o vigĆ©sima generaciĆ³n, buscan algo por encima de todo: personas capaces de la empatĆ­a y la profundidad de trato suficientes, para recordar que el diĆ”logo entre personas es mĆ”s definitivo que cualquier relaciĆ³n tĆ©cnica.

Las personas queremos hablar con personas.

Los profesionales necesitamos saber que esos en quienes nos apoyamos, han vivido, caminado, reĆ­do y sufrido como nosotros.

A eso, se le puede llamar empatĆ­a, mentorĆ­a de desarrolo Profesional y Personal o hablemos porque donde a ti te aprieta el zapato hoy, seguro que ya me apretĆ³ a mĆ­ antes.

Al final verƔs que conseguirƩ disfrutar de mi Segunda carrera tanto o mƔs de lo que he disfrutado hasta ahora.

Nos vemos y hablamos cuando quieras.

* Si quieres saber quĆ© es exactamente mi objetivo de los 300 en Flywheel, pregĆŗnamelo aquĆ­

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